A lo largo de mi trayectoria he tenido la oportunidad de vivir experiencias muy distintas en cuanto a equipos de trabajo y organización. Y puedo decir que el compañerismo es, sin duda, una de las claves para que todo funcione y para que el trabajo creativo sea realmente gratificante.
En uno de mis trabajos anteriores éramos solo tres personas, así que aprendí a organizarme, a priorizar y a abarcar varias tareas a la vez. Tenía que ocuparme de muchas cosas, desde el diseño hasta la programación de contenidos y planificación de campañas. Esta experiencia me enseñó a valorar la importancia de tenerlo todo planificado con semanas de antelación, para poder trabajar con más tranquilidad y seguridad.
Ahora, en mi trabajo actual, formo parte de un equipo mucho más grande, organizado por departamentos y con tareas muy específicas. Aquí puedo centrarme plenamente en el diseño, profundizando en todos los detalles que eso implica: branding, web, newsletters, campañas estacionales… Pero, además, tengo la oportunidad de colaborar con otros compañeros, aportar ideas en proyectos que no siempre son estrictamente de diseño y apoyar a quien lo necesite.
Esta forma de trabajar, rodeada de profesionales de diferentes áreas, me ha hecho reafirmar lo importante que es la comunicación, la ayuda mutua y la confianza para que el trabajo salga adelante. Saber que puedes contar con alguien, pedir una opinión o resolver un problema juntos marca una gran diferencia, sobre todo cuando hay proyectos grandes que requieren coordinación y constancia.
Al final, por muy creativa o resolutiva que pueda ser una persona sola, el resultado siempre es mejor cuando se suma talento, compromiso y ganas de ayudarse entre todos. Para mí, formar parte de un equipo que se apoya y crece junto es una de las mejores partes de este camino como diseñadora.
Si quieres leer más reflexiones, conocer cómo afronto cada proyecto o ver algunos de los trabajos que he realizado junto a grandes compañeros, te invito a seguir explorando mi blog.
¡Gracias por estar aquí!